El domingo 6 de Mayo nos propusimos explorar las
posibilidades que existen de concretar un sendero que conecte los diferentes restos
arqueológicos y mineros que definen el rico patrimonio histórico de esta villa
del Marquesado. En una mañana de mayo agradable, ya que el día anterior había
llovido, salimos encantados con la
siempre entrañable compañía de nuestro amigo Antonio el lanteirano, “nieto del
tío Seguro”.
Eran las 11h cuando, tras charlar agradablemente con unos campesinos
en el comienzo del “camino del Barrio”, nos pusimos en marcha buscando los
restos que quedan del baño árabe de Harafí; y allí estaban, al borde del
barranco, reducidos actualmente a un
muro de lajas de pizarra y mortero de cal. Muy cerca está, al otro lado del
barranco, el Castillo del Barrio, que volvimos a visitar y disfrutar con sus
muros de tapial sobre mampostería de lajas y desde el que no podemos dejar de
apuntar las buenas vistas que tiene
sobre Alquife y Lanteira.
Continuamos camino, dirección Sur, buscando el
increíble “campo minado”, nunca mejor dicho, que actualmente esconden los pinos de
repoblación. Estamos en el denominado Cerro de las Minas o Campo de Marte en el
que se localizan, en unas pocas hectáreas, una increíble cantidad de escombreras,
bocaminas y pozos mineros, testigos de una frenética actividad que podría
abarcar desde el siglo V hasta el XIX y XX.
En toda el área destaca “el Chimeneón”, una enorme chimenea circular de ladrillo que sobresale en el paisaje y que es el testigo omnipresente de los hornos y fundición que funcionó en el XIX.

Continuamos nuestra travesía
en dirección Sur; tras pasar por un magnífico puente alcanzamos el
molino del Tío Toñillo.

Y un poco más arriba la “balsa nueva”, un embalsamiento que actualmente recoge aguas de los dos
barrancos más importantes, el del Pueblo y el del Barrio.

Continuamos hasta el
molino de Pepe que fue molinero harinero y posteriormente molino eléctrico que
alumbró Lanteira hasta finales de los 60, la “luz de Manuel” la llamaban los
lanteiranos. A continuación llegamos al “acueducto”, una imponente obra de
mampostería y arcos de ladrillo que toma el agua monte y barranco arriba y que
fue una fundición más antigua aún que la del Chimeneón.
Seguimos ascendiendo
hasta encontrarnos con la “casa de máquinas”, un gran caserón de aspecto
industrial construido con materiales y técnicas ajenas a la comarca y que
rápidamente identificamos como una de las centrales eléctricas construidas por
las minas de Alquife para dar energía a las mismas. Un poco más arriba se
encuenra el área recreativa, un sombreado paraje de aguas rumorosas que invita
al caminante a comer y descansar.
En este lugar carga un canal de agua, ahora
seco, que seguimos, dirección Lanteira; excavado en la roca, alimentó en períodos
diferentes a la “fábrica de luz” de las minas de Alquife, el molino de Pepe y
la fundición del acueducto . Finalmente el canal enlaza con una pista forestal
en cuyo borde localizamos un depósito conocido por los lanteiranos como “el
salto”, que no es ni más ni menos que el embalsamiento de agua para abastecer
la “fábrica de luz”.
Treinta metros más adelante subimos un camino a la
izquierda hasta el collado de Anillo Redondo, cruce de caminos, y con Lanteira
debajo, descendemos hasta el campo de fútbol, atravesamos los corrales y
buscamos el barranco del Pueblo, dirección Posada Piedra de la Herradura. Frente
a nosotros el montículo que corona nuestro próximo objetivo, el Castillo de la Reina.

Admiramos esta magnífica
fortaleza de los siglos VIII al XIII, y nos recreamos con los restos del
poblamiento que tiene anexo al castillo y que debió ser de gran amplitud.
Descendemos por la cara Noreste buscando el barrio gitano de Vistalegre para
entrar a Lanteira por el puente antiguo, ascendemos y por la calle Fuerte
llegamos a nuestro último objetivo, “El Fuerte”, un castillo o torre de alquería
de forma rectangular que actualmente está siendo excavado arqueológicamente y
que podría fecharse en el siglo XII.
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